Un ensayo Castellanos Moya, escritor salvadoreño y una de las voces más poderosas de la literatura latinoamericana contemporánea, revela al Dalton doméstico de la clandestinidad a través de una correspondencia familiar hasta el momento inédita. El trabajo fue publicado originalmente en la revista web “Iowa Literaria” y este extracto fue cedido por el autor a Brecha. Las cartas las encontré por casualidad en los archivos de la familia Dalton. Yo había viajado desde Iowa City hasta San Salvador con un objetivo preciso: Juan José y Jorge, los hijos y herederos del poeta Roque Dalton, me habían autorizado a revisar los archivos de la familia en los que yo esperaba encontrar la primera versión y los cuadernos de notas del último capítulo de la novela Pobrecito poeta que era yo (Educa, Costa R...
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Albañil de la casa nueva para la viuda y los huerfanos. Safrero solitario y triste. Tu nombre no esta escrito en ningún libro. Tu nombre es un hacha, un martillo. Nadie sabe de donde vienes. Pero llegas con el trigo y con el agua. Con las frazadas y la guitarra. Con el sol y la whipala.
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Dejemos de pedir disculpas..
''DEJEMOS DE PEDIR DISCULPAS POR HABER TENIDO UN DELINCUENTE EN NUESTRAS FILAS... ELLOS NO TIENEN NI UN HONESTO'' alejandro dolina.
jueves, 20 de julio de 2017
La Bolivia de Evo y de Alvaro
By Unknown at julio 20, 2017
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Por Emir Sader
Llego de nuevo a Bolivia, pero no está Evo esta vez. Fue a
Nueva York, a asumir la presidencia del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas. Ni más ni menos. El indio presidente de Bolivia, ese país que solía
estar junto a Haití, a Honduras, a Paraguay, entre los más pobres y
desesperanzados del continente, hoy es el que más crece, con estabilidad
política, con promoción de nuevas capas sociales y étnicas para dirigir el país
desde el gobierno.
Hace ya casi doce años yo vine para la primera campaña
electoral de Evo y de Alvaro. Una dupla sorprendente, de sueño, que se
aventu
raba a disputar las elecciones presidenciales en el país indígena que
nunca había tenido un presidente indígena.
Conforme se terminaba la campaña iba quedando claro que
ellos iban a ganar. Había dudas sobre si ganarían en primera vuelta, incluso
porque varios cientos de miles de bolivianos no iban a poder votar, porque una
extraña legislación impedía votar a los que no lo habían hecho en la elección
local anterior y no se habían inscrito de nuevo, porque no tenían la
información sobre ese requisito.
Pero el conteo de los votos rápido no dejó ninguna duda. La
ventaja respecto a todos los candidatos blancos de la derecha tradicional era
amplia. El pueblo salía a las calles a celebrar. Una indígena decía a los
periodistas extranjeros: “Antes ustedes venían porque nosotros tumbábamos
gobiernos. Ahora vienen porque nosotros hemos elegido un gobierno nuestro.”
Alvaro recibió a la prensa en un hotel de La Paz, mientras
intentaba convencer a Evo de venir desde Cochabamba, donde él celebraba con sus
amigos y compañeros, a presentarse a la prensa y a hablar al país como nuevo
presidente de Bolivia. Evo vino, habló y volvió a estar con su gente.
Fuimos con Alvaro a El Alto, el pueblo plebeyo cercano a La
Paz, a festejar con la gente, que exhibía una alegría contenida por tanto
tiempo de lucha y de sufrimiento. Fueron varios años desde la “guerra del
agua”, desde que fueron tumbados varios gobiernos neoliberales hasta esa
indescriptible alegría de tener a uno de los suyos para gobernar a Bolivia.
Volví para la toma de posesión, que se realizó en la ciudad
indígena más antigua de Bolivia, Tihuanaco. Por la mañana, Evo llegó a la casa
de Alvaro, de jeans, trayendo refrescos, para que comiéramos con empanadas,
antes de salir para la investidura. Conforme avanzábamos por la carretera, la
gente que caminaba hacia el local de la ceremonia descubrió que Evo estaba en
una de las dos combis en que las que íbamos. El tuvo que bajar varias veces,
para hablar con las personas, saludarlas, recibir sus abrazos.
Cuando llegamos, Evo nos dejó y fue a cambiarse. Yo fui a la
fila de enfrente de la inmensa multitud y me encontré con Galeano, con quien
asistimos juntos a la ceremonia. Evo reapareció vestido como un dios indígena,
por las ropas, por los que lo cercaban, por el cielo lindo y por las ruinas que
formaban el escenario imponente.
Antes de la toma de posesión en el Palacio Quemado, el
palacio presidencial, una gran cantidad de indígenas limpiaron la plaza para
que su presidente entrara ahí y se dirigiera al país. Al día siguiente de la
ceremonia indígena, Evo tomó posesión formal y colocó la bandera indígena, la
whipala, a la altura de la bandera tradicional de Bolivia, mostrando que una
nueva era se iniciaba en el país.
Más de una década después Bolivia es otro país bajo la
dirección de Evo y de Alvaro. No solo las caras de los que la gobierna
cambiaron radicalmente, sino el mismo país es otro. De ser uno de los países
más pobres del continente, se ha vuelto el de crecimiento más sostenido. De ser
un país con exclusión social, se ha vuelto un país que incluye a todos, país
donde no hay más analfabetismo, donde más de la mitad del Congreso está
compuesto por mujeres, no como resultado de alguna ley, sino como resultado de
la promoción social de la mujer boliviana, mayoritariamente indígena.
A 75 años de la muerte de Miguel Hernández
By Unknown at julio 20, 2017
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La poesía es respirar por la herida. Los grandes ojos azules permanecen abiertos. Ya no parpadean más, desde las 5.30 de la madrugada del 28 de marzo de 1942, en la enfermería del reformatorio de Adultos de Alicante, adonde lo recluyó la siniestra dictadura de Francisco Franco. Miguel Hernández murió a los 31 años, con los ojos abiertos, tras una terrible agonía a causa de
una tuberculosis, hace 75 años. La noticia –entonces– corrió como reguero de pólvora por la cárcel. Llevado a hombros de compañeros y con el resto formando en el patio de la prisión, a los sones de una marcha fúnebre interpretada por músicos presos, el austero ataúd de pino con los restos mortales del autor de El rayo que no cesa, Viento de pueblo y Cancionero y romancero de ausencias, entre otros, fue conducido hasta el cementerio. “Que mi voz suba a los montes/ y baje a la tierra y truene,/ eso pide mi garganta/ desde ahora y desde siempre”, cantaba el poeta en “Sentado sobre los muertos”, poema en el que declara su compromiso irrevocable a favor del pueblo, a quien desea defender “con la sangre y con la boca”.
La cuestión de los ojos abiertos no es un arrebato lírico ni un exceso de la imaginación con el que se intenta revestir de una épica el momento de la muerte. En el parte que redactó el oficial de enfermería Francisco Núñez aclaraba que “el haber salido el cadáver con los ojos abiertos ha sido debido a no poder cerrárselos por medios naturales, según me manifiesta el médico auxiliar recluso”. El jefe de servicio, en un nuevo parte, esta vez dirigido al director del centro penintenciario, explicaba que el médico auxiliar Angel Payá le relató que los enfermeros probaron cerrarle los ojos y que incluso “él mismo intentó más tarde hacerlo, no habiéndolo conseguido por tratarse de un enfermo que tenía el hábito de dormir con los ojos abiertos”. Hernández padecía una exoftalmia provocada por un problema de tiroides que le impedía cerrar los ojos incluso cuando estaba dormido. Hay un célebre retrato del poeta con los ojos bien abiertos realizado en la cárcel de Alicante por el dramaturgo Antonio Buero Vallejo (1916-2000), que fue su compañero de celda.
“Yo, animal familiar, con esta sangre obrera”, se definía Hernández en el poema “El hambre”, inscribiendo su pertenencia a una clase social humilde y trabajadora. Aunque su familia no vivía en la pobreza extrema, desde niño tuvo que ayudar a su padre en las tareas de pastoreo en Orihuela, la ciudad donde había nacido el 30 de octubre de 1910. “He tenido una experiencia del campo y sus trabajos penosa, dura, como la necesita cada hombre, cuidando cabras y cortando a golpe de hacha olmos y chopos; me he defendido del hambre, de los amos, de las lluvias y de estos veranos levantinos inhumanos de ardientes. La poesía es en mí una necesidad y escribo porque no encuentro remedio para no escribir –planteaba el poeta en La poesía como arma–. La sentí, como sentí mi condición de hombre, y como hombre la conllevo, procurando a cada paso dignificarme a través de sus martillerazos. Me he metido con toda ella dentro de esta tremenda España popular, de la que no sé si he salido nunca. En la guerra la esgrimo como un arma, y en la paz será un arma también aunque reposada. Vivo para exaltar los valores puros del pueblo, y a su lado estoy tan dispuesto a vivir como a morir”.
“Quiso hacer un socialismo distinto”
By Unknown at julio 20, 2017
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El cineasta fue amigo personal de Salvador Allende y decidió filmar las últimas horas del asesinado presidente chileno como una ficción basada en “la trascendencia de un hombre que elige un momento clave en su destino y decide morir para vivir”, según confiesa.
LA BATALLA POR LA CULTURA
By Unknown at julio 20, 2017
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“Cuando hablamos de culturas, ¿de qué estamos hablando?,
¿qué significa hablar de cultura?, décadas atrás la palabra y el concepto
cultura estaban referidos a la acumulación de conocimientos y de lecturas, de
una especie de enciclopedismo, algo pedante, y se hablaba de la cultura como
eso, como la acumulación casi inerte y pasiva de un conjunto de saberes, por lo
general, especializados y, por lo general, elitistas.
La cultura, evidentemente, es lectura, aunque no es
únicamente eso, los saberes, las lecturas, el teatro o la capacidad de
discernir una buena sinfónica es parte de la cultura; pero no es únicamente eso.
Posteriormente, hubo otra lectura de la interpretación de lo
que es la cultura, la cultura como tradición, como hábito, frente al elitismo
casi pedante al que se reducía anteriormente la cultura, vino esta otra
contraparte que buscaba incorporar la herencia y lo popular dentro de la
definición de cultura y ciertamente la tradición es cultura, ciertamente, los
hábitos y las herencias acumuladas de antiguas generaciones y que nos llegan a
hoy forman parte de la cultura, pero no es únicamente eso la cultura, la
cultura desborda eso.